Cristina Fernández de Kirchner dirigió este miércoles su último discurso como Presidenta de la Argentina en el que reivindicó los logros de sus dos períodos, agradeció el acompañamiento de la gente y prometió que no abandonará la política, ante una Plaza de Mayo colmada de militantes kirchneristas, y pidió que quienes la sucederán «por imperio de la voluntad popular», dentro de cuatro años «puedan decirles a todos los argentinos que también pueden mirarlos a los ojos».
La presidenta saliente protagonizó un hecho sin precedentes históricos dado que, en el último día de su mandato brindó un discurso de despedida ante una plaza en la que había, según cálculos de la secretaría de Comunicación Pública, más de medio millón de personas.
Cristina resaltó el hecho de poder despedirse de cara al pueblo a pesar de que durante los «intensos 12 años y medio» en los que gobernó el kirchnerismo tuvo en contra a «todos los medios de comunicación hegemónicos», «las principales corporaciones económicas y financieras nacionales e internacionales en contra» y sufrió «persecuciones y hostigamientos permanentes» de lo que denominó «el partido judicial».
«Si después de todo eso, de tantos palos en la rueda, de tantos golpes e intentos de golpes destituyentes, de difamaciones y calumnias, podemos estar aquí dando cuentas al pueblo, imagino que si con tantas cosas en contra hemos hecho cosas por los argentinos, cuántas cosas podrán hacer los que tienen todas estos factores a su favor», remarcó.
«Tengamos mucha fe y esperanza en que nos nos agobien, tengamos la inteligencia de saber que van a poder hacer las cosas porque tienen todo a favor y harán las cosas mucho mejor que nosotros», señaló en referencia a la gestión de Mauricio Macri que se inicia este jueves.
Fernández de Kirchner hizo una rápida enumeración de las conquistas sociales y exhortó a que todo ello pueda ser profundizado en el siguiente período pero «sin censuras, sin represión, más libre que nunca porque la libertad de que hemos gozado los argentinos, y esto no es una concesión es el derecho del pueblo de expresarse a favor y en contra de cada gobierno».
Como saldo pendiente, Cristina deseó que «la democracia alcance a los tres poderes del Estado, porque parece ser que la democracia se aplica al Poder Ejecutivo y necesitamos que se democraticen y que nos sean el ariete de la democracia, ni los gobiernos populares y mucho menos del pueblo».
Inmediatamente recordó que los tres períodos en el gobierno del kirchnerismo son únicos en la historia ya que no hubo en el siglo pasado tres períodos de gobiernos democráticos que hayan pasado el mando a un cuarto. «No lo puedo lograr Yrigoyen, no lo pudo lograr Perón».
Mencionó luego que le hubiera gustado entregar los atributos del mando ante la Asamblea Legislativa, pero luego resaltó: «He visto muchas medidas cautelares, contra la ley de medios, contra decretos del Poder Ejecutivo, pero en mi vida pensé que iba a ver un presidente cautelar durante doce horas en nuestro país».
«Más allá de las diferencias políticas, aunque estén en las antípodas, lo más importantes es demostrarle a la gente el respeto por la voluntad popular», aseguró, y le dijo a la militancia en la Plaza: «Nosotros tenemos la obligación de ser más maduros, porque nosotros amamos a la patria profundamente, creemos en el pueblo, en lo que hemos hecho. Y porque creemos en los que hemos hecho tenemos que tener la actitud positiva para que aquellas cosas no puedan ser destruidas».
En relación a la finalización de su mandato, Cristina bromeó que «no puede hablar mucho porque a las doce me convierto en calabaza», y luego mencionó a cada grupo social y económico que el kirchnerismo benefició con sus políticas.
Fernández de Kirchner mencionó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, a los trabajadores, a los científicos, a los comerciantes, empresarios y productores; también a los estudiantes y académicos, a los jubilados y hasta a los desocupados. Mencionó también entre el listado de los logros, la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas.
«Después de doce años y medio podemos mirar a los ojos a todos los argentinos, sólo le pido a dios una sola cosa, que quienes nos sucedan por imperio de la voluntad popular, dentro de cuatro años, puedan decirles a todos los argentinos que también puede mirarlos a los ojos», anheló.
Como remate de su último discursos, la presidenta de los argentinos durante ocho años, estableció que «cada uno de ustedes tiene un dirigente adentro y cuando cada uno de ustedes, cada uno de esos 42 millones, sienta que aquellos en los que deposito su voto lo traicionaron, tome su bandera y sepa que él es el dirigente de su destino y el constructor de su vida».
«Eso es lo más grande que le he dado al pueblo argentino: el empoderamiento popular, ciudadano, de las libertades, de los derechos. Gracias por tanta felicidad, tanta alegría, tanto amor, los quiero, los llevo siempre en mi corazón y sepan que siempre voy a estar junto a ustedes», cerró ante una multitudinaria muchedumbre que coreaba su nombre.