Conmoción mundial provocaron los ataques de este viernes en París, el día antes, o sea el jueves, el terror se apoderó de Beirut la capital de El Líbano, pero estos no lograron remecer a la prensa mundial como lo ocurrido en Francia. Ambos ataques fueron brutales, y afectaron a inocentes.
Dos atacantes suicidas detonaron sus explosivos en una mezquita y una panadería de un barrio chiíta en la capital libanesa, dejando más de 41 muertos y más de y 200 heridos, los atentados más mortíferos en El Líbano en 25 años, desde el final de la guerra civil, en 1990, informó el gobierno de ese país.
Al igual que los ataques de este viernes en París, el autodenominado grupo Estado Islámico (EI) se atribuyó la autoría de los ataques, que tuvieron lugar en Burj al-Barajneh, un área mayoritariamente chiíta y bastión del grupo islámico libanés Hezbolá, el cual está luchando contra EI en la vecina Siria.
El primero de ellos detonó su chaleco explosivo frente a una mezquita chiíta y el segundo se inmoló al interior de una panadería cercana. El cuerpo de un tercer hombre que no llegó a detonar sus explosivos fue encontrado en la escena de la segunda explosión.
Hezbolá acusó al grupo yihadista de atacar a civiles inocentes. «Fue un ataque terrorista satánico», declararon fuentes de Hezbolá a la agencia noticiosa Associated Press. El grupo chiíta libanés advirtió que realizaría una «larga guerra» contra sus enemigos, según reportó la agencia de noticias Reuters.
El Primer Ministro libanés, Tammam Salam, hizo una llamada a la unidad frente a los conflictos y definió el ataque como «injustificable» y los Estados Unidos emitió un comunicado y condenó los «horribles ataques terroristas».