viernes, noviembre 22, 2024

El día en que Nelly Díaz aleonó a los funcionarios públicos y culpó de todo al gobierno

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Hacienda recorta e Interior reprime”. Así terminó su alocución Nolberto Díaz, vicepresidente de la CUT, al término de la marcha iniciada hoy a las 11:00 horas en el Registro Civil, que duró dos horas sin incidente alguno y con gritos a la no rendición “no tenemos miedo” y que el gobierno les escuchará claro y fuerte.

En su arenga Díaz juzgó de “detestable, repudiable y condenable la actitud del gobierno de no negociar”, poco después en entrevista personal calificaba al subsecretario de Interior, Mahmud Alehuy, “de nuevo sheriff y comisario de la dictadura”.

Este era el estado de ánimo con el que concluyó la marcha iniciada dos horas antes en el servicio; sin preámbulos ni estrecheces retóricas, directo al grano Nelly Díaz arengaba a los funcionarios de la ANEF: “El gobierno se digna a llamarnos después de cinco semanas de paro y nos hace una propuesta indecente, diciendo que nosotros somos los tozudos y los que no queremos aceptar una propuesta, el gobierno lo único que ha hecho es ofrecernos 388.000 anuales y que nos bajemos del paro, claramente nos están poniendo trabas para no solucionar el conflicto”.

Esto no es un tema financiero, es un tema de dignidad para los funcionarios públicos”, concluyó la dirigente, quien agregó: “El gobierno eligió muy mal el servicio público para darles un escarmiento a los funcionarios públicos”.

Después concluiría el vicepresidente de la CUT exclamando: “El estado es el peor empleador, tiene a miles de trabajadores a honorarios sin salud, sin vacaciones, sin descanso y sin leyes sociales, hasta cuando esperamos que a los trabajadores les den el lugar que les corresponden y no el lugar que los empresarios y los ministros les quieren dar”, agregando “ayúdennos la próximas semanas a cambiar la reforma laboral, les llevemos sindicatos, les llevemos negociación (colectiva), les llevemos huelga a la gran mayoría de trabajadores que no tienen sindicato, que no pueden organizarse y que quieren seguir luchando”.

Los ánimos estaban encendidos, crispados al máximo, un día placido sin sol ni calor invitaba a arengas y discursos de buena temperatura, la marcha concentrada abarrotaba el frontis de la sede principal del Registro Civil, con banderas multicolores y pancartas alusivas, con lindezas varias como “si a usted no le han cumplido a nosotros tampoco”, “pasaportes en paro”, “con la mitad de lo que ganó mi hijo, le alcanzaba al Registro Civil” con la sonriente cara de la presidenta como si ella fuese la propietaria de la frase, y otras pancartas con “atención, trabajadores a honorarios, trabajadores explotados” o “gasto militar sube, pobreza sube, salario del pueblo baja”.

La marcha antes de emprender su lento discurrir por las calles del centro de la ciudad, huérfanos, Teatinos hasta finalizar en la Alameda no podía empezar de forma más sintomática con su estado de ánimo, un hombre era arrastrado por los brazos por los dirigentes de seguridad de Nelly Díaz con brazaletes rojos en sus brazos en medio de los funcionarios, mientras el hombre profería ininteligibles gritos varios de rabia y condena, había elegido un mal día para oponerse a la marcha en una aventura personal; sorprendentemente pocos carabineros de a pie custodiaban los acontecimientos sin carros ni protecciones corporales.

Nelly Díaz era asediada en las mismas escaleras del Registro Civil por una miríada interminable de periodistas con sus grabadores y con una infantería premunida de más de veinte cámaras a los pies de la escalera registraban todo el tumulto esperando la frase feliz de día de la dirigente que iluminara los tabloides, un periodista se aferraba precariamente del barandal de la escalera para superar en altura al resto de grabadoras, finalmente se cae, no era fácil captar las declaraciones de la mujer del momento que tenía el día anterior a un grupo de extranjeros en estado de extenuación gritando, a los funcionarios que estaban decidiendo si continuaban el paro, que hasta cuándo les tenían abandonados esperando la entrega de sus carnets para poder cobrar sus pensiones.

La marcha se inició sin incidente alguno, recorría lenta e impasiblemente las calles como si de un ejército en campaña se tratase sabiendo que el momento de presentar batalla se presentaría al final, en el momento de arengar las tropas, gritos de “el gobierno nos escuchará” o “siéntate a negociar” debidamente apoyados por megáfonos, ni una sola piedra ni amago de violencia, unos pobres perros hartos de soledad encabezaban la marcha y la bandera chilena que portaban los altos dirigentes del Registro Civil era “visitada” por un ancianísimo dirigente, un niño que caminaba al lado de Nelly Díaz gritando de tanto en tanto sus arengas con fervor, nada más, absolutamente nada significativo que reseñar, excepto un tamaño de la marcha apreciable pero no descomunal que cabía perfectamente en el frontis del Registro Civil sin invadir la calle.

Finalmente llegó a la Alameda donde las arengas finalmente consiguieron aleonar a los funcionarios sin mucha creatividad pero con contundentes críticas, jalonadas eso sí continuamente con la invitación al gobierno a bailar y no hacerse de rogar más, so riesgo de continuar con el escándalo en la fiesta del gobierno.

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