lunes, diciembre 23, 2024

Cuba y EE.UU: una nueva era

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La visita del Papa a Cuba hace algunas semanas y el cierre de esa gira en los Estados Unidos, dan cuenta del momento que viven las relaciones entre Washington y La Habana luego de 50 años de enfrentamientos. Y en las calles cubanas esa nueva etapa se siente.

Todos reconocen que el carácter del socialismo y de su sistema económico va a variar al restituir las relaciones y se profundice el intercambio. Eso sí, advierten los cubanos, sin tocar políticas de protección social básicas, como la gratuidad de la educación y la salud.

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Hay expectativa. Para los ojos extranjeros llaman la atención las mujeres con vestidos hechos con la bandera estadounidense. Sin embargo y aunque para muchos es “de mal gusto”, siembre la presencia norteamericana ha flotado en el ambiente de Cuba. Sus relaciones no se remontan a los recientes intercambios entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro que han sido más amistosos, o cuando Fidel Castro desafió a George W Bush (Bushito como le llaman en Cuba) a quien le dijo “Ave César, los que van a morir te saludan”, en medio de los tensos días de 2004 cuando los cubanos nuevamente se preparaban para una invasión inminente, o cuando se registró la Crisis del Caribe o de los Misiles en 1962, o la invasión de Bahía Cochinos o Playa Girón en abril de 1961.

La historia entre Cuba y los Estados Unidos se remonta al siglo XIX, en plena época colonial española, cuando la corona intentaba mantener a como diera lugar la isla caribeña entre sus posesiones luego de las derrotas sufridas en el resto de América.

Entonces, los políticos norteamericanos vieron en Cuba como uno de los territorios más interesantes de incluir en su sistema de unión de estados. “Siempre he mirado a Cuba –dice Thomas Jefferson en una carta al Presidente James Monroe en octubre de 1823- como la adición más interesante que podría hacerse a nuestro sistema de Estados”. El objetivo de esa “adición” tenía un carácter estratégico y que era el control del Golfo de México, situación geográfica y política que no se ha modificado con el paso de los años.

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Un matrimonio mal llevado

“La lucha no va a acabar nunca porque ellos y nosotros somos un matrimonio mal llevado, ahí no hay solución posible, no con el pueblo, sino con el Gobierno americano”, sostiene el cantautor cubano Vicente Feliú.

El artista – que junto a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, entre otros, formó parte de la Nueva Trova Cubana- comenta acerca de otros antecedentes históricos de la relación con los norteamericanos. “El Gobierno americano piensa que debemos ser por naturaleza de ellos. Y ahora están perdiendo América Latina abiertamente y se han aliado militarmente con Canadá. Están claros que van a perder el resto de nuestra América y se alían militarmente, que es lo que creo vamos a tener que hacer también nosotros para defendernos”.

La visión de Feliú es considerada extrema, aunque con las elecciones en los Estados Unidos en ciernes, resulta trascendental estar atentos sobre el camino que va a tomar una futura administración norteamericana, sea quien fuere el sucesor de Barack Obama.

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Así al menos lo cree el ex jefe de la Sección de Intereses de Cuba en los Estados Unidos Alfonso Fraga, quien estuvo a cargo de esa mínima oficina de intercambio diplomático con sede en Washington durante el periodo de Bill Clinton.

Fraga subraya que Cuba representa para los Estados Unidos un punto de interés por ser un referente para el resto de los países latinoamericanos. En la práctica, la ausencia de delegaciones cubanas en encuentros regionales, provocó la reacción de mandatarios de todo el continente, como la petición hecha a la OEA en 2014 para que permitiera a Cuba asistir a la Cumbre de las Américas, amenazando con no concurrir al evento que se llevó a cabo en Panamá si no se accedía a la solicitud. Finalmente, en la foto oficial aparecen a un costado el Presidente Barack Obama detrás de la Presidenta argentina Cristina Fernández, mientras que al otro extremo está Raúl Castro con el puño en alto, rodeado por Juan Manuel Santos de Colombia y Rafael Correa de Ecuador.

De esta forma, Cuba sigue siendo un hito para varios de los gobiernos latinoamericanos, más aún por el rol que ha jugado en los últimos años acogiendo en La Habana las conversaciones de paz para Colombia que se vieron respaldadas profundamente con el encuentro en esa capital del Presidente Santos y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, Timochenko, donde se comprometieron a terminar el proceso en un plazo de seis meses y que se graficó con un apretón de manos que fue protegido simbólicamente por el mandatario cubano.

Pero el bloqueo sigue

Luego del triunfo de la revolución en enero de 1959, las relaciones con los Estados Unidos tuvieron un giro.

Un primer paso fue, como en el boxeo, medir a quien estaba al frente. Sin embargo, Fidel Castro, entonces Primer Ministro de Cuba, tenía claros los objetivos históricos de los Estados Unidos para su país.

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Ya en una de sus primeras visitas a Washington, Castro fue recibido por representantes oficiales del gobierno estadounidense. “Le presentamos al encargado de los asuntos en Cuba”, le propuso uno de los presentes en el encuentro. “Pensé que los asuntos de Cuba los llevaba yo”, respondió inmediatamente Castro, a quien aseguran molestó profundamente lo que luego fue calificado como la arrogancia de los funcionarios norteamericanos.

Son muchos los hitos que se podrían mencionar que profundizaron las diferencias entre ambos países. Como por ejemplo cuando Fidel Castro declaró el carácter socialista de la revolución cubana, o en la Crisis del Caribe o de los Misiles, o posteriormente en la era de Ronald Reagan, quien apretó el cinturón de las economías latinoamericanas impulsando el desmontaje del Estado para maximizar la ganancia del capital. En particular en la relación con Cuba, la administración de Reagan tuvo directa participación en Nicaragua apoyando a los contras, donde los cubanos también estuvieron presentes ayudando no sólo desde la perspectiva militar, sino con la alfabetización y la reconstrucción del país luego del triunfo del FSLN sobre la dictadura de Fulgencio Batista.

Pero si bien el hecho de que con Bill Clinton hubo alguna apertura y mayores acercamientos, el exilio cubano en Miami empujó para que se produjera un cambio radical en las relaciones bilaterales.

En febrero de 2004, un grupo de avionetas cruzó el espacio aéreo cubano con tripulantes de una organización de cubano-americanos denominada “Hermanos al Rescate”. Las incursiones las habían realizado insistentemente desde hacía ya varias semanas cruzando ciudades, entre ellas La Habana, lanzando panfletos llamando a un levantamiento contra el Gobierno que encabezaba Fidel Castro.

Incluso, hay documentos de las autoridades aeronáuticas internacionales que advierten a la administración de Clinton sobre los riesgos de los vuelos de “Hermanos al Rescate”, lo que podría provocar una reacción enérgica de Cuba por estar violando flagrantemente su espacio aéreo. El hecho que fue vaticinado terminó por ocurrir el 24 de febrero de 2004 cuando dos de las avionetas fueron derribadas.

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Los sectores más extremistas de la oposición cubana en los Estados Unidos, empujaron a la Casa Blanca para que aprobara la denominada Ley Helms-Burton, la que termina por codificar todas las restricciones de comercio y establece las sanciones contra quienes tengan intercambio con Cuba. Esta situación provocó, por ejemplo, que el banco francés BNP Paribas fuera multado por EE.UU. con 10 mil millones de dólares por realizar intercambios con la isla caribeña en mayo de 2014. Algo similar ocurrió con el banco alemán Commerzbank el 16 de diciembre del mismo año, entidad a la que se penalizó con mil millones de la divisa estadounidense. Llama la atención eso sí que la sanción fuera anunciada tan sólo un día antes de que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama hablaran de manera simultánea para informar del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre sus dos países.

Y es que las leyes del bloqueo aún están vigentes y se espera que así continúe por al menos los próximos cuatro o cinco años. Esto según una firma de análisis de riesgo internacional con sede en Inglaterra, que indica que Cuba sube su expectativa comercial luego de los anuncios del 17 de diciembre de 2014.

En efecto, el economista cubano José Luis Rodríguez, ex ministro del sector entre 1995 y 2009, sostiene que aún con el bloqueo en vigencia, el país tendrá un crecimiento extra de 0,5 por ciento y una vez desmontadas las medidas norteamericanas, se empinará por sobre el 2% que se sumará al ritmo que tenga el mercado nacional.

Sin embargo, el fin del bloqueo depende más que de la voluntad política del Gobierno de Barack Obama, ya que se trata de leyes aprobadas por el Congreso de los Estados Unidos, lo que requiere de otra ley que las deroguen.

Aun así, en Cuba esperan que a través de algunas medidas ejecutivas, la Casa Blanca avance con una política denominada como la “Swiss cheesse”, es decir, agujerar el bloqueo y terminar por hacerla inservible, para así terminar en un plazo de aquí al 2020 con las sanciones.

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Los desafíos económicos son aún grandes, aunque se superó largamente el aseguramiento del consumo de calorías y proteínas de la población cubana, que durante el periodo especial después de la caída de la Unión Soviética y la desaparición del 85% del mercado exterior para Cuba, alcanzó niveles críticos, incluso inferiores al mínimo vital, según las propias cifras oficiales.

Hoy la política monetaria también representa un desafío, pues la doble moneda empuja los precios al alza, aunque los valores para la población cubana están protegidos y guiados por el Estado. Ejemplo de ello es el costo de un pasaje aéreo de La Habana a la Isla de la Juventud. Mientras para un turista puede alcanzar los US$ 100.- para un cubano la cifra no supera la décima parte de ese valor.

Cuba está en permanente cambio, en una constante crítica, en intensa y eterna construcción. Las calles se llenan de gente y se desmontan mitos, como la llegada de miles de banderas norteamericanas cosa que no se registra en las calles habaneras, o que los cubanos no pueden entrar en el hotel Habana Libre en la zona de el Vedado o que nunca se pudo escuchar a The Beattles y The Rolling Stones. Tal vez las visita de Mick Jagger a La Habana el fin de semana recién pasado y el futuro concierto de su conjunto en el estadio Latinoamericano en marzo de 2016, sea otro momento más para festejar lo que los cubanos consideran el triunfo de una batalla, aunque aún no de la guerra.

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