viernes, noviembre 22, 2024

El Assad: ¿El mal menor del drama sirio?

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François Hollande, presidente de Francia, anunció el 7 de septiembre pasado que su país cambiaba de estrategia y que golpearía el Estado Islámico (EI) también en Siria. La declaración no era menor porque implicaba un cambio de estrategia. Los ataques franceses se habían restringido a Irak, porque no querían fortalecer al régimen del dictador Bachar el Assad, el que también es atacado por el EI.
¿Cabe preguntarse a qué se debe este cambio?

Un dato clave es la avalancha de refugiados en Europa, la mayoría sirios, que intentan llegar a Alemania, muchos de ellos ahogándose en las playas griegas y que por muy buena voluntad de la Canciller Merkel, cuando abrió las puertas para acogerlos, ha terminado generando fracturas en su propia coalición de gobierno y en la opinión pública alemana. De hecho las encuestas , indican que alrededor de un 43 % de los alemanes rechaza la política de la Canciller y han surgido voces desde sus propios aliados que Al Assad, podría ser un mal menor, que hay que tener en cuenta para detener esta sangría de refugiados.

La crisis humanitaria, generó un nuevo escenario, lo que se apreció de manera nítida en la Asamblea General de Naciones Unidas, que arrancó esta semana en Nueva York, en el que el tema sirio terminará concentrando las reuniones más decisivas.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, reclamaron su influencia en Siria y en la definición de una estrategia coordinada contra el estado Islámico. Tanto en los discursos ante la Asamblea General de la ONU, primero, y después en una reunión de más de una hora y media, Obama y Putin coincidieron en la necesidad de derrotar a los yihadistas, pero discreparon en el método. El estadounidense cree que el dictador Bachar El Assad debe abandonar el poder. El ruso quiere reforzar a El Assad para vencer al Estado Islámico en una guerra que, en cuatro años, ha dejado más de 200.000 muertos.

El papel futuro de El Assad es el principal motivo de desacuerdo. «Tenemos diferencias sobre el resultado del proceso», dijo una fuente estadounidense.

Acá existen dos posiciones contrapuestas, pero es evidente que el realismo las ha ido acercando y por cierto, la habilidad política de Putin ha contribuido a esto :1) los países Occidentales liderados por Francia, con una actitud más decidida y Estados Unidos, con una posición más ambigua, tienen claro que es necesario derrotar el Estado Islámico, pero sin fortalecer al régimen de El Assad. Consideran que el dictador debe abandonar el poder, porque es inaceptable volver al status quo del inicio del conflicto en el 2011. Estos países asumen que la solución pasa por una transición pactada, con una oposición moderada, que lleve a la salida de El Assad.

La pregunta clave aquí es: ¿Existe esa oposición moderada viable, capaz de asumir el poder? Y lo segundo, tan importante como lo primero ¿Aparte de moderada esta oposición es capaz de detener los avances del Estado Islámico, cuando hipotéticamente cayera o dejara el poder El Assad?

Cuando estalló la guerra, en 2011, Estados Unidos exigía la marcha del dictador sirio. Dos años después, Obama estuvo a punto de ordenar una intervención en su contra. A última hora, suspendió el ataque. Los avances del EI forzaron un cambio de estrategia y convirtieron a El Assad en un aliado de facto de EE UU. Ahora, la Administración Obama admite que pueda tener un papel en la transición.

Por otro lado Rusia y China marcan el contrapunto en términos estratégicos: 2) Putin lidera el apoyo a El Assad y considera que cualquier acción destinada a destruir” el gobierno de Siria” “creará una situación que se ha visto en otros países de la región”, como el caso de Libia e incluso Irak , luego de la invasión norteamericana, donde las instituciones estatales fueron desintegradas, lo que facilitó cruentas guerras civiles entre distintas facciones. Es necesario considerar, que el propio Estado Islámico, emerge en el contexto de la guerra en Irak, como una escisión de Al Qaeda.

Y por si fuera poco, los países occidentales no están dispuestos a enviar tropas terrestre al conflicto sirio, lo único realista entonces es fortalecer al ejército sirio para que éste a través de una acción coordinada con las potencias aliadas, se pueda constituir en una herramienta efectiva capaz de destruir letalmente el terrorismo del Estado Islámico.

Es evidente que la estrategia de Putin se está imponiendo, porque siempre ha tenido claro que es indispensable no dejar caer a El Assad y su olfato le dicta que este es el mejor momento para ampliar la protección del régimen sirio, porque las democracias occidentales han pasado a temerle mucho más al Estado Islámico que combaten, que al aliado sirio de Moscú.

Incluso el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu , visitó a Putin y le hizo presente su preocupación por la continua transferencia de tecnología bélica de Rusia a Siria. Tel Aviv, teme que parte de ella acabe siendo traspasada, a su vez, a Hezbolá, milicia chiita que tiene estrecha cercanía con Irán y Siria, y es un enemigo acérrimo de Israel. Putin le aseguró que ello no ocurriría y siguió tan campante, robusteciendo su músculo hegemónico en Siria. Pero también Netanyahu, tiene claro que la caída de Damasco en manos del Estado Islámico, constituye una amenaza de primer orden para el Estado de Israel. Con la visita Netanyahu, éste reconoció de facto la relevancia de Rusia y de Putin en particular, en las decisiones que atañen al Medio Oriente.

El presidente de Rusia Vladimir Putin, señaló en una entrevista a la cadena televisiva estadounidense CBS, “que no hay otra opción a la crisis siria que fortalecer las estructuras de un gobierno efectivo y prestarle ayuda en la lucha contra el terrorismo. El mandatario ruso, aboga para que el régimen sirio “se involucre en un diálogo positivo con la oposición racional y lleve a cabo reformas”.

Rusia por su parte, no se ha quedado sólo en declaraciones, ha ordenado el despliegue de aviones de guerra y diverso material bélico en Siria. Según Estados Unidos, Rusia ha emplazado hasta 28 cazas en una base aérea de Latakia (feudo de El Assad) y ha comenzado a operar vuelos de drones para vigilancia. Aunque no ha revelado detalles sobre esa movilización militar, el inquilino del Kremlin se declara partidario de una «acción colectiva» contra grupos terroristas como el Estado Islámico (EI), que ocupa parte de Siria.

Putin ha subrayado que está dispuesto a colaborar en un “marco coordinado” con otros países, incluido Estados Unidos y encabezar una coalición internacional para combatir al EI en Siria y en Irak, siempre que eso no involucre la caída del régimen de Assad.

Se hace cada día más evidente, que la tesis de Putin terminará definiendo la estrategia militar contra el EI. Si ningún país está dispuesto a intervenir enviando tropas, sólo un ejército sirio apoyado por una coalición internacional coordinada y con el objetivo concreto de acabar con el Estado Islámico, puede pretender tener éxito.

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