Chile hoy transita por un camino pedregoso. El nivel de desaprobación que hoy alcanza la Presidenta Michelle Bachelet, con un 70%, es una muestra del descontento de la opinión pública en la forma en cómo está siendo conducido el país. Más allá de criticar a destajo a quienes hoy nos gobiernan, hay que entender que actualmente existen muchas personas que prefieren quedarse en sus casas tomando desayuno antes de ir a votar. Un error enorme, que se sustenta en lo que he oído durante los últimos años, donde el denominador común son las frases, “para qué voy a ir a votar, nadie me representa, ningún candidato”. “No, ya no le creo a los políticos”. “Sea de izquierda, de centro o de derecha quien sea elegido, el país seguirá igual, así que mejor me quedo en la casa”. Frases válidas. Pues, ir a votar no se trata de una obligación. Pero el deber cívico es primordial para generar los cambios que el país se merece.
Pero lo más preocupante, se da porque esta misma gente es la que luego comenta en redes sociales y a través de columnas, cartas al director o por cualquier otro método simple (una comida con amigos, por ejemplo), que la política y la gente que trabaja en ella, van en una caída libre. No quiero decir con esto que se deba volver el voto obligatorio. Todo lo contrario. Que el voto voluntario y la inscripción automática se mantengan, es algo clave para que la labor política se incremente en vías de mejorar el trabajo de la calle y no se produzca el efecto de “dejarse estar”. Si la gente no vota, ya sea por flojera o por capricho, es labor de la personalidad política reencantar a sus votantes para que vayan a la urna.
Imagen país
Otro tema que me gustaría abordar y que en parte tiene que ver con política, es el realce y cuidado que se debe emplear hacia nuestros monumentos nacionales y zonas de interés para incrementar la visita de extranjeros. En esa línea y tras un recorrido reciente que hice por algunas ciudades íconos en Europa, pude darme cuenta que lugares como el Coliseo (Roma), la Torre Eiffel (París) y el Parque Güell (Barcelona), son ordenados y restaurados de manera constante y no se ven grafitis o rayados como los hay en la Iglesia San Francisco en el centro de Santiago, los cuales se han producido en las diferentes marchas del último tiempo y cuyos organizadores (de las manifestaciones) no son capaces de resguardar a la hora de la aparición de encapuchados que destrozan todo a su paso. Nuestro país es maravilloso y tiene lugares nada de envidiables a los que hay en el viejo continente, pero hay que fomentar una cultura que eleve a nuestros lugares turísticos como símbolos de que en Chile valoramos y protegemos lo nuestro.
La imagen país es clave y al Gobierno actual pareciera no importarle que el turismo sea un método para darnos a conocer más allá de las fronteras futbolísticas o por los yerros políticos pasados tras los casos Penta, Caval y Soquimich. De hecho, y sin ir más lejos, Sánchez, Vidal y Bravo, son hoy nuestros verdaderos embajadores; no sé qué imagen tendría Chile si no fuera por ellos, quienes con esfuerzo, perseverancia y pasión, defienden nuestra bandera con hidalguía y fortaleza. Algo que, por cierto, en materia deportiva, la Presidenta debiese considerar para potenciar otras disciplinas, tal como ocurrió con Colombia, que tuvo un exitoso paso por los Panamericanos de Toronto al fortalecer un programa que posicionó a otros deportes al nivel de importancia que tiene el fútbol.
La delincuencia es otro tema que merece ser controlado con eficacia por parte del Gobierno. Hay cifras alarmantes en torno a los delitos que ocurren a diario en las ciudades del país. Es más, hoy los delincuentes parecen ser más osados y actúan a plena luz del día. La violencia con la que operan, también es un punto negro sobre los diferentes tipos de flagelos que se cometen. ¿Qué hacer? Para bien o para mal y sin entrar a debatir si es el método correcto para expresarse ante el descontrol, los llamados “cacerolazos” muestran una rabia y preocupación superlativa de la población ante la creciente sensación de inseguridad. Como se ve, hay temas pendientes que deber ser solucionados prontamente. Unos más urgentes que otros, es claro. Pero al final del día, debe primar la responsabilidad del Gobierno para hacer del país un territorio en el cual nos sintamos orgullosos de vivir. Soy chileno. Campeón de América.