Pese a las sendas empresas consultoras ligadas a la coalición de fuerzas gobernantes, con señalado expertise en manejo comunicacional, el accionar en este importante componente político estratégico ha ido de mal en peor.
Y es que al análisis de esas consultoras, sólo resalta su capacidad de lobby en influencias políticas para destrabar los numerosos conflictos que el Gobierno ha debido lidiar y cuyo deficiente manejo sostiene una aprobación con tendencia a la baja y con índices de credibilidad que ya empiezan a complicar a los grupos de poder políticos y económicos, por la hasta la fecha remota pero presente posibilidad, de un fracaso gubernamental que conduzca a la renuncia anticipada, algo que fue desmentido por la propia Mandataria, lo que indica que el rumor golpeó a Palacio de manera tal, que hubo de hacer cuenta de su existencia.
Un eficiente manejo comunicacional implica dominar la pauta nacional, lo que el Gobierno perdió hace bastante tiempo. Los esfuerzos del Ministro Burgos por avanzar en este tema, han terminado en empeños estériles, producto de la adivinada falta de una estrategia global que encierre las acciones tras objetivos claros, precisos y con profundidad de mensaje. Burgos debe lidiar con el amplio espectro de su conglomerado político (programático), cuestión que le resulta difícil a la vez de sufrir una leve y frecuente incontinencia verbal, que sus asesores no han sabido controlar.
El Ministro Díaz por su parte, no sospecha cuál es su rol real, puesto aparece como un mero transmisor autómata de temas salpicados por la contingencia y en respuesta extemporánea de ellos. Se aprecia en él una falta de contenido en su discurso, agraviante para quién se desempeñe en tan importante función.
A este desastre, se une una descabezada SECOM (Secretaría de Comunicaciones de la Presidencia), desautorizada por los aún cercanos asesores de la Presidenta, quién día a día confía en menor cantidad de personas, pues cree, según comentarios de entendidos de los hoy fríos pasillos de la Moneda, que marcha un complot para desestabilizarla y obligarla a presentar su renuncia.
Sin el apoyo de técnicos, en vez de confiar en la burocracia y juegos de poder, la Moneda está destinada a fracasar en su intento por gobernar como lo prometió y para ello primordialmente se precisa reorganizar su aparato comunicacional para lograr exteriorizar sus logros y desvirtuar sus fracasos.